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Teruel

Visitamos la ciudad cuando se cumplían 80 años de la batalla. No es que sea la primera vez que viajamos allí, ya que, por lo menos, habíamos estado allí en dos ocasiones más, para conocer la ciudad, pero principalmente,cuando los niños eran pequeños, para visitar el estupendo Museo de Dinópolis. Aquí, por todos lados, la geología está presente. Margas y yesos de diversos colores pintan un paisaje dominado por los ocres. Nos encontramos en terrenos muy antiguos, fondos marinos,  que las tectónica ha levantado, plegado, fracturado y hundido en múltiples ocasiones; las fosas se han rellenado con los sedimentos arrastrados de las montañas, o los limos depositados mansamente en el fondo de los lagos,  y la erosión de los cauces fluviales ha profundizado y desmantelado las rocas blandas, dejando acá y allá testigos, mesetas, valles y barrancos. No hay crestas ni agujas, el relieve, a fuerza del desgaste, es suave, incluso en el borde de las fallas, que ahora presentan ligeras pendientes provocadas por los abanicos aluviales, coronados por pequeños escarpes que todavía resisten. El juego de fuerzas geológicas ha hecho aflorar, aquí y allá, todo tipo de fósiles; faunas marinas ordovícicas,  dinosaurios del Jurásico o mamíferos del Mioceno que bajaban a abrevar al paleolago.  En esta ocasión, sin embargo, el propósito es visitar los escenarios de la guerra civil, una vez que tenía bastante claro por dónde se haber movido mi abuelo,  o el papel que había jugado, como miembro de la 100 Brigada Mixta de la 11 División de Líster. 

Los miembros de la asociación de Amigos de la Batalla de Teruel, se preocupan por intentar proteger y poner en valor la historia, y los restos que aún se conservan. Sus esfuerzos han sido ímprobos por impulsar la creación de un museo de la batalla que, aunque parece que pueden materializarse pronto, a veces parece ser un espejismo que cuanto más se acerca está uno, siempre lo vemos a la misma distancia,  en el horizonte; en este caso por arte de la magia de las cuestiones y rencillas políticas, siempre dispuestas a desesperar al ciudadano. 

Accidentalmente nuestra visita coincide con uno de los actos que organiza la Asociación, una ruta literaria por los escenarios de la batalla dentro de la ciudad, a la que acudió un nutrido grupo de personas que recorrimos los principales lugares de la mano de extractos de las obras de Máx Aub,  "Campo de Sangre" perteneciente a la serie, El Laberinto Mágico, y de Pere Calders , todo ello perfectamente conducido por Antonio Losantos, lector y animador de los textos, y de Alfonso Casas, abogado e historiador local, presidente de la Asociación, cuya misión fue contextualizar las lecturas en su contexto bélico.

Si de algo tiene fama Teruel, es del frío que hace en este territorio, y así, durante nuestra visita pudimos confirmar en nuestras propias carnes, en unas condiciones muchos más benignas que las que experimentaron los soldados en 1937, cómo el frío, cuando uno está parado, como sucedía en cada una de las estaciones literarias, penetra por todos los poros de la piel. No quiero pensar cómo lo debieron de pasar los defensores republicanos del frente resistiendo los embates del enemigo, durante muchos días, anclados en las trincheras,  a temperaturas bajo cero, con nieve y el viento helado que penetra por los llanos de Concud.

En los años 30 Teruel era una ciudad en la periferia, de España y de Aragón, situación que se ha mantenido prácticamente hasta hace unos años, cuando gracias a las reivindicaciones y movimientos sociales, hartos ya del tradicional aislamiento, iniciaron una serie de actuaciones bajo el lema "Teruel  existe", que llamaron la atención sobre todos los poderes públicos de que no podía sostenerse por más tiempo esa discriminación en relación al resto del país. Hoy día, gracias a la mejora de las comunicaciones (autopista Mudejar que une Sagunto con Francia, pasando por Teruel, hasta Sompor), el Turismo, histórico y paleontológico, o la sorpresa de un aeropuerto de provincias que, peculiarmente, es un éxito económico gracias a que se ha convertido en un importante lugar, si no el más, de estacionamiento y mantenimiento de aviones en Europa, Teruel empieza a salir de ese sopor secular. También hoy, se plantea aumentar el atractivo turístico de la ciudad poniendo en valor el hecho histórico y los restos que aún perduran, de la batalla que tuvo lugar en este lugar en el invierno de 1937-1938.

En la actualidad, la población de la capital turolense es de 35.484 habitantes, lo que supone un incremento importante desde el año 2000, cuando la población se situaba en 30.491, aunque el máximo histórico se produjo en 2013, cuando se alcanzaron los 35.961(INE Población de Teruel Capital), descenso probablemente relacionado con la crisis económica y la salida de emigrantes o españoles en busca de trabajo y mejores oportunidades.

Sin embargo, hoy día, todavía, en Teruel, a pesar de los intentos de salir de ese letargo secular,  se respira un cierto aire decadente, de una ciudad que no acaba de alcanzar la modernidad. Pero si la ciudad no consigue despegar, a ello no ayuda tampoco la gran despoblación de la provincia, con pueblos muy pequeños,  con muchas zonas que parecen haber quedado suspendidas en el tiempo. Si nos aproximamos a la ciudad desde el suroeste, por la carretera de Valencia o de Cuenca, la característica fundamental es la despoblación, y los pequeños núcleos urbanos, algunos de ellos con apariencia de estar abandonados, mimetizados con los colores temerosos del terreno. Salvo en las vegas fluviales, o pequeñas parcelas rotuladas, la agricultura es realmente escasa, y aunque se ven algunos rebaños de ovejas aquí o allá, la ganadería tampoco parece muy bollante; tampoco se aprecian grandes industrias. Cuando la modernidad ha acabado en las grandes ciudades, y prácticamente en todas partes, con el mundo tradicional, aquí parece que se resiste, algo que desde el punto de vista del turista puede ser bueno, siempre que lo que se busque sea eso, aunque la lejanía a cualquier parte parece que tampoco permite convertir este aspecto en un recurso que pueda atraer a más turistas, o por lo menos no se aprecian intentos de explotar el patrimonio cultural y paleontológico, unido al mundo rural, la naturaleza y el deporte.

En 1937, Teruel, era prácticamente un pueblo grande, con una población que no llegaba a los 14.000 habitantes. Antes de diciembre de ese año, no dejaba de ser un punto más de un extensísimo frente que cruzaba prácticamente todo el territoro español de sur a norte, y que en ese momento se encontraba dormido. Aunque los franquistas  habían valorado la posibilidad de lanzar una ofensiva desde estas posiciones,  hacia el sur del Ebro, que los llevara hasta el mar, la realidad es que, en esos momentos, se trataba de un lugar prácticamente olvidado. 


Sin embargo, un acontecimiento iba a cambiar para siempre la historia de la ciudad. Después de la caída de Santander, Franco vio liberada una importante cantidad de hombres y material bélico, que podía ser utilizado en cualquier otro frente de guerra. En el bando republicano se comprendió inmediatamente las repercusiones militares de este hecho, y empezaron a realizarse evaluaciones y previsiones de a dónde podrían destinar los rebeles las tropas de refuerzo, proponiéndose varias posibilidades. No hubo que esperar mucho para conocer cuál era el objetivo, ya que pronto pudo observarse la acumulación de hombres y materiales al norte de Guadalajara,  con la idea clara de lanzar una ofensiva sobre Madrid, que había sido el objetivo elegido por los franquistas.

Como en otras ocasiones en la guerra volvió imponerse, en el bando republicano, la necesidad de realizar una maniobra de distracción que atrajera a las fuerzas rebeldes. Vicente Rojo rescató de nuevo el famoso “Plan P” de una ofensiva en Extremadura,  pero se hizo evidente que no daba tiempo a desplazar hasta al lugar, a tiempo, los recursos necesarios, ya que su puesta en práctica, precisaba un tiempo con el que no contaba la república, porque el ataque sobre Madrid parecía inminente. Se decidió entonces montar otra operación que, con relativamente pocos recursos, mantuviera entretenidas a las tropas rebeles y las disuadiera de lanzar su ataque sobre la capital, mientras que, simultáneamente, se preparaba el ataque en Extremadura.
Teruel se introducía como una flecha en territorio republicano que apuntaba hacia el mediterráneo.  La posición de Teruel, en esos momentos, era relativamente débil, ya que los sistemas defensivos existentes en su entorno no eran continuos y estaban mal guarnecidos, con lo que sería relativamente fácil realizar una maniobra de envolvimiento que dejara la ciudad aislada. Una acción sobre Teruel podía, además,  suponer para la república, aparte de conseguir desviar tropas destinadas a asaltar Madrid, un importante triunfo político y propagandístico, del que estaba muy necesitada. Como la operación se consideraba relativamente fácil, y se montaba como una parte de otra operación más ambiciosa, los recursos que se destinarían a la misma, fueron justos y limitados.

En casi todas las batallas, determinados hechos o situaciones, por diversas circunstancias adquieren más relevancia o se les da más importancia que a otros, y por lo tanto obscurecen a los demás. Esto ha sucedido también con Teruel, donde los dos contendientes trataron de convertir en un símbolo la toma de la ciudad, el ataque republicano, la resistencia de los reductos, las agónicas solicitudes de ayuda, los intentos desesperados por romper el cerco por parte de los rebeldes, la rendición de los rebeldes resistentes, y por último la "reconquista" de la ciudad. Todo gira en torno al núcleo urbano. La gesta se refiere a las luchas internas, entre las ruinas, casa a casa. El resto de operaciones, salvo el caso, tal vez,  de las operaciones de Alfambra, son prácticamente desconocidas para el gran público y, además, escasamente estudiadas o publicadas. Este es el caso del evento que me va a ocupar, que fue la misión que le sería encomendada a la 11 y la 68 divisiones; romper el cerco al noroeste y estrangular la ciudad con un frente externo que impidiera la llegada de cualquier ayuda externa. La operación fue fundamental para la toma de la ciudad, y las unidades que la llevaron a cabo sufrieron un enorme castigo resistiendo una y otra vez las embestidas del enemigo que pugnaba por liberar a sus compañeros atrapados en el interior. Existen cientos de publicaciones referentes a la batalla de Teruel, mayoritariamente referidas a la toma de la ciudad, por nos y por otros, y la participación de las brigadas internacionales y su papel en la resistencia, una vez que había cayó el frente externo, pero se ha publicado poquísimo sobre ese frente externo, que duró quince días, desde el 15 hasta el 30 de diciembre.
La 11 división, después de su intervención en una de las últimas acciones de la ofensiva de Zaragoza, el intento fallido de ocupar Fuentes de Ebro, ya en octubre,  quedó estacionada en la zona de Alcañíz. El 20 de noviembre, Enrique Líster se casó en el pueblo de Castellote, con Carmen López Serrano, a la que había conocido en Caspe. Sin embargo poco le iba a durar la luna de miel, ya que el 7 de diciembre de 1937, Enrique Líster fue requerido por Vicente Rojo, que le informó de la próxima ofensiva sobre Teruel, y le ordenó que empezara a mover sus fuerzas hacia la zona de Alfambra. 

Las distintas brigadas de la 11 División se encontraban acantonadas en Aguaviva, Mas de las Matas y La Zoma. El día 9 fueron emitidas las órdenes del XXII CE de traslado en camión a la nueva zona. La 11 división recibió instrucciones de acantonarse en Peralejos (la 1ª), Alfambra (la 9ª), y Escorihuela (la 100). El Cuartel general se establecería en Alfambra.  (OGO nº 2, 9-12-1937)



La 11 división, junto con la 25, formarían el XXII Cuerpo del Ejército, con la misión de romper el frente en el noroeste y avanzar hasta tomar San Blas, y establecer una línea de defensa exterior, mientras la 25ª División seguiría hacía Teruel. . Las otras fuerzas intervinientes serían las siguientes el XX Cuerpo, con las divisiones 40 y 68, con la misión de atacar Teruel por el sudeste; el XVIII Cuerpo, formado por las divisiones 34,64 y 70, atacando desde el suroeste para conectar con la 11 división, completando con la 64 división, la línea exterior de defensa, mientras el resto seguían hacia Teruel. En reserva quedaban, en el norte,  las divisiones 35 (internacional), la 39, en el suroeste, la 47 y la 70, y en el sur, parte de la 40. A esa fuerza hay que añadir, la aviación, la artillería y tanques T-26 y BT-5. En total, unos 80.000 hombres tomarán parte en esta operación.

El paisaje está dominado por el color rojo de arcillas depositadas en el mioceno. El río  Alfambra, que erosionó el valle a lo largo de miles de años hasta alcanzar su posición actual, recibe su nombre, al igual que el municipio de Alfambra, del árabe Al-hamra, la roja. Aquí se ubicaría el puesto de mando de la 11 División, y la 100 Brigada Mista. Parece que Enrique Lister pudo alojarse en alguna de las casas, pero desconozco la ubicación del resto de la tropa (unas 3.000 personas)  aunque puede que utilizaran la pequeña explanada existente a lo largo de la línea y en la estación del ferrocarril, utilizando los edificios que nunca llegaron a funcionar como tal. El ferrocarril era una gran obra proyectada en tiempos de Primo de Rivera y que debía haber unido Baeza con Francia, pero las obras se encontraron con múltiples problemas, y en 1935 fueron abandonadas definitivamente, cuando todo estaba muy avanzado. Todavía puede verse en pie, aunque prácticamente en ruinas,  la antigua estación, y la serie de estaciones que jalonan el recorrido, en cada uno de los municipios que siguen hasta la capital.   El pueblo se apiña en las laderas de un cerro testigo, coronado por calizas, y en cuya cima se ubicó una vez castillo, del que sólo quedan unos pequeños restos. Desde aquí se domina un amplio paisaje, de suaves lomas, arañadas aquí y allá por cárcavas. Al este puede verse, en una ladera,  a apenas 6 kilómetros, y a los pies de la sierra del Pobo, el municipio de Escorihuela, donde se ubicó la 9ª Brigada Mixta.

 Nos encontramos a unos 25 kilómetros de Teruel. Lo suficientemente alejados de la ciudad, en terreno republicano, para no ser descubiertos o llamar la atención, pero lo suficientemente cerca para poder desplazarse en un tiempo relativamente corte,  bien protegidos por la estrechez del valle. Unos cientos de metros hacia el sur, el valle se encaja entre altos escarpes en ambas márgenes, ocasionalmente cortados por ramblas o torrenteras que sólo llevan agua en ocasiones tormentosas. El valle, en el fondo, en las márgenes del río, apenas ofrece terreno para pequeños huertos, aunque el verdor de estos, junto al de las arboledas, contrasta vivamente con la aridez del entorno.

A 8 kilómetros de Alfambra, en dirección a Teruel, encontramos Peralejo, que sería el lugar de estacionamiento de la 1ª Brigada Mixta. El hospital de primera línea de la 11 división, se instalaría en Cuevas Labradas, a unos 6 kilómetros al sur de Peralejos y 15 de Teruel.

Otro aspecto importante de todo ejército moderno era la Sanidad Militar. El hospital de Sangre de la 11 División se situó en Cuevas Labradas, ubicándolo en varias viviendas, para lo cual se tiraron paredes para dejar espacios diáfanos. Contarán con tres equipos quirúrgicos, el del Doctor Manuel Picardo Castellón y el del Doctor Mateo Gallego, que era la plantilla habitual, reforzado en este momento por el del Doctor Pueyo. (Manuel Picardo) . En ese mismo pueblo tenía la 35 División Internacional su hospital, en un gran edificio con aspecto de haber sido un convento (Broggi. La sanidad de las brigadas internacionales). Los hospitales de primera línea debían estar en un lugar seguro en relación a la batalla, pero lo suficientemente cerca para poder atender a los heridos lo más rápidamente posible. Los avatares del combate pueden provocar que sea necesario evacuar rápidamente un hospital por el avance del enemigo en esa dirección que comprometa la seguridad del mismo. Durante estos momentos de la batalla de Teruel, esto no sucedió, por lo que pudieron trabajar relativamente tranquilos, ya que desde el día 15 al 31, el frente se mantuvo inalterado. 
No conozco la ubicación del puesto de clasificación de las brigadas durante las operaciones, pero es de suponer que se ubicaría en algún lugar accesible, pero seguro, cerca de la carretera que conducía a Cuevas Labradas, para poder enviar rápidamente a los heridos que así lo precisaran al hospital de primera línea ubicado en esa localidad. 


Orden de operaciones 3. 2ª parte. Sanidad: Hospital de campaña: Alfambra y Cedrillas; Hospital de evacuación: Mora de Rubielos, REcuperables- De la Vega (Alcalá de la Selva). Línea de Evacuación: tortajada-Alfambra-Escorihuela-Cedrillas- Allepuz- De la Vega (Alcalá de la Selva)- Mora de Rubielos; Tortajada, Corbalán-Cedrillas-Allepuz-Alcalá-Mora de Rubielos; Caso de acumulación: Tortajada-Alfambra-PErales, Fuentes Calientes-Aliaga

La carretera que une todos estos municipios se llenaría de todos los servicios que acompañan a un ejército, escalonados en los distintos municipios y edificios que jalonan la misma. En estos momentos debía bullir de actividad.

 No debieron estar mucho tiempo en esas bases, ya que el ataque se había planificado para el día 13, por lo que debieron acercarse a un punto más próximo, como base para las órdenes que tenían encomendadas, probablemente Villalba de Abajo. El día 11, Enrique Líster se encontró en este municipio con Vicente Rojo, y desde allí, ambos se desplazaron  hasta los Altos de Celadas, desde donde  podía contemplarse todo el llano de Concud, hasta el río Guadalaviar.  Rojo, a la vista del escenario, le explicó el Plan.


El frente rebelde se encontraba pobremente guarnecido. A pesar de que se habían hecho informes sobre sus deficiencias, en la fecha que nos ocupa, las mismas no habían sido subsanadas, y existían algunas líneas de trincheras, apenas alambrada, y algunos parapetos, quedando huecos y espacios sin cubrir o vigilar. La actividad, sin embargo, de los republicanos en la zona no pasaría desapercibida para el enemigo, sobre todo la que se desarrollaba en la zona sur, donde las labores de espionaje determinaron que se preparaba un ataque que se produciría probablemente por esa zona o los huecos existentes en el suroeste, por lo que se reforzaron estas zonas, dejando sin embargo sin cubrir los huecos entre Concud y Caudé

La misión de la 11 División consistía en bajar desde los altos de Celadas a la zona llana, cortando la carretera y el ferrocarril, ocupar Concud y San Blas, y en el puente sobre el río entrar en contacto con fuerzas del XVIII Cuerpo del Ejército,  la 68 división. Una vez conquistadas las posiciones el frente debería ser llevado todo lo posible al norte, para formar una línea defensiva que debería resistir los embates de las fuerzas rebeldes que sin duda intentarían romperlo para ayudar a sus amigos en el interior. 

La batalla de Teruel fue concebida en dos frentes distintos, el “interior”, la ciudad,  y el “exterior”, una línea de defensa al oeste de la capital, que cerraría el cerco e impediría que los defensores internos recibieran ayudas. Como hemos dicho anteriormente al frente en Teruel se mostraba como una punta de flecha apuntando hacia el territorio republicano, por lo que, sobre el papel, parecía relativamente fácil estrangular dicho apéndice por la parte más estrecha, al noroeste, avanzando en dos líneas, una desde el norte, y la otra desde el sur,  y una vez conseguido cerrar el cerco, se reducirían la resistencia en la ciudad. Simultáneamente, otras fuerzas atacarían la ciudad por el sureste.  Una parte de las fuerzas se encargarían de fortificar e impedir que las fuerzas que quedarían embolsadas recibieran ayuda exterior, lo que generaría el frente exterior, y otra parte iría eliminando todas las bolsas de resistencia en el interior hasta entrar en la ciudad, lo que generó ese segundo frente interno.

El hecho simbólico de la caída de Teruel fue utilizado propagandísticamente tanto por los republicanos, en el primer momento, como por los rebeldes en la posterior reconquista. Las defensas heróicas, como  había sucedido en el caso del Alcázar de Toledo, tienen un atractivo importante para los medios de comunicación. La lucha en las calles, la destrucción, y la resistencia en los reductos, lo que se refiere al "cerco interno",  ha copado, en general, todas las informaciones, mientras que las luchas que tuvieron lugar en la zona externa, salvo el evento de Alfambra, son poco conocidos, y en esta situación se encuentran las operaciones que tuvieron lugar los primeros 15 días, desde el 15 al 30, momento en el que actuó en la zona, la 11 División. 



La noche del 11 al 12, Lister envió un destacamento que llegaría más allá de San Blas, regresando con valiosa información sobre las defensas enemigas. La primera y más importante era el lugar por donde el frente estaba más desguarnecido, el boquete entre Caudé y Concud. 


 El día 13 por la mañana,  Líster hizo lo mismo con sus subordinados, y estos a su vez por la tarde con los suyos. Es previsible que ese día 13 toda la 11 división se encontrara ya en Villalba Baja, aunque el mal tiempo hizo que la operación se retrasara, ya que la nevada había dejado los caminos intransitables. El día 14 todavía no se lanzaría el ataque, aunque las observaciones sobre los movimientos de tropa al norte de Guadalajara, obligaron al mando a dar la orden de que el día 15 se lanzaría la ofensiva sin ninguna excusa. 

 
Las fuerzas de la 11 división de pusieron en marcha en la medianoche del 14 al 15 de diciembre. Aunque no nevaba, la temperatura se encontraba por debajo de cero, y en algunas zonas existía una importante masa de niebla. En ese día, faltaban 3 para que la luna estuviera completamente llena. El terreno es muy accidentado, con profundos barrancos que pueden ser muy peligrosos. Las distintas brigadas, por orden (9ª, 1ª y 100), partieron desde  Villalba Baja, tomando la carretera de Teruel, hasta el camino que conduce de Concud a Tortajada, a través de los Altos de Celadas. Ascenderían aproximándose hasta alcanzar el camino de Celadas a Teruel, donde quedarían en las posiciones iniciales. La 9º Brigada, en cabeza, pasaría por el norte de Concud en dirección a San Blas; la 1ª atacaría Concud por retaguardia, cubriendo su flanco la 100. Una vez cumplidos estos objetivos, la línea desde San Blas quedaría formada por la 9ª, en su flanco derecho la 100, y por último a la derecha de ésta la 1ª. (Orden General de Operaciones nº 3)

Las órdenes de operaciones, para la 11 división,  contemplaban que una vez conseguidos los objetivos de Concud y San Blas, debería establecerse una línea defensiva para cubrirse de los ataques enemigos por el flanco derecho, "ocupando y  fortificada sólidamente y en profundidad, una posición cuya línea principal de resistencia se define por los puntos: cota 1.063-1061-1051 al Oeste del Muletón , Km. 51 del F-C a Ojos Negros.- Km. 173 de la carretera de Zaragoza a Teruel - cota 966, enlazando con el puente de San Blas con el XVIII C. de E. y estableciendo una sólida barrera de fuego de la citada línea principal de resistencia." El ataque contaría con el apoyo de un batallón de tanques, y otro batallón de obras y fortificaciones.   (AGMAV, C, 894,5,3-1, 3-2, 3-3, 3,4, 3-5 [70-1064-5-3] 12-12-1937 Orden General de operaciones nº 3, 11 División)

El puesto de mando del XXII CE se situaría en Tortajada, y su observatorio se ubicaría en la cota 1142 en el Alto de Celadas. (orden de operaciones 3, 2ª parte)

[nota]Entiendo que todas las órdenes de operaciones se refieren al mapa topográfico 1:50.000 del instituto Geográfico, del año 1923. Existe otro maña fechado en diciembre de 1937, aunque está hecho en Blanco y negro, es prácticamente idéntico al anterior, pero de mucha peor lectura. 

En principio, las órdenes eran iniciar el ataque a primera hora de la mañana, con un bombardeo preparativo previo de la artillería. Sin embargo Líster, no estuvo de acuerdo con estas órdenes, y solicitaría cambiar los planes de atacar a primera hora de la mañana, por el de atacar de madrugada. Así lo habían hecho en otras ocasiones, infiltrándose en la noche entre las líneas enemigas, como sucedió en Brunete, con bastante éxito. 



hasta los Altos de Celadas, hay aproximadamente 4 kilómetros y medio. A partir del fondo del valle, el camino se empina para salvar el principal escarpe, en unos 250 metros de desnivel, pero a partir de aquí la pendiente suaviza mucho, convirtiéndose en suaves laderas que forman un gran páramo ligeramente ascendente hasta el escarpe que mira a los llanos de Concud. Actualmente gran parte de estos terrenos altos se cultivan, pero a parte de las especies de siembra, la vegetación es muy escasa, sólo algunos matorrales. El camino debe de conducir por el recorrido más corto posible a la posición más ventajosa para poder lanzarse hacia el llano sin ser descubiertos desde las posiciones rebeldes del Cedrillar, al oeste. Pudieron llegar al alto por el Camino de Tortajada, y desde aquí, en todo lo alto de las posiciones republicanas, parte un camino que lleva al Camino de la Caseta del Puntal. Un poco más al este del alto, dando una pequeña curva, existe una depresión que separa estos altos de la Punta de las Gilochas, que también pudo ser utilizada, girando luego hacia el oeste para alcanzar el Camino de la Caseta del Puntal.

Llegaron a los altos de Celadas, todavía en las líneas republicanas, para a partir de aquí bajar al llano, ya en terreno enemigo, guiados por los exploradores que días antes habían reconocido el terreno.  En el centro avanzó la 9 Brigada Mixta, penetrando entre Caudé y Concud, con el objetivo de conquistar San Blas, y entrar en contacto con fuerzas del XVIII CE.  A la derecha de la 9ª avanza la 100 Brigada Mixta, que se le encomienda la organización de una línea de defensa (la línea externa) para impedir que les llegue ayuda a los que queden embolsados en el interior. La 1ª Brigada Mixta macha un poco por detrás de la 100 y un poco a la izquierda, con la misión de conquitar Concud y quedar como reserva de la división.

El camino va ligeramente desplazándose hacia el suroeste. Un barranco poco profundo, conocido como el Barranco de las Calaveras, contiene en su interior un importante yacimiento de mamíferos del mioceno. Los hombres de la 11 división debieron pasar sin duda por este camino, ya que es el camino practicable más cercano al oeste, y lo suficientemente alejado de la líneas defensivas rebeldes de los altos. 

A las 5 de la mañana, la 11 división había alcanzado todos sus objetivos, aunque los miembros del XVIII CE tardaron algo más en llegar al punto de contacto, hasta la tarde del día siguiente, al encontrarse con resistencia en El Campillo. Sólo se retrasó el objetivo de la 1ª Brigada Mixta, que tenía encomendada la toma de Concud y las cotas próximas ubicadas el nordeste,  y al parecer de perdieron entre la niebla y atacaron de frente, siendo descubiertos, y empleando todo el día y la tarde para poder tomar el sitio. Por su parte, el XX CE, tampoco logró romper el frente ese primer día.

Al final del día, la 11 división, había conquistado Concud, las cotas al norte de este, 956, 957, 967 y 963, y San Blas. Se ha alcanzado la cota 1975, al Noroeste del Muletón, se ha alcanzado el kilómetro 49 del ferrocarril de Ojos Negros, el 124 del ferrocarril de valencia a Calatayud, y el 173 de la carretera de Zaragoza a Terual.  Las ordenes que recibió fue el establecerse defensivamente sobre esa línea, con dos brigadas, mientras que la tercera queda en reserva en Concud. Así, pues, la 11 división, y la 100 dentro de ella, se preparaban para recibir los previsibles embates del enemigo queriendo romper el cerco. 

Mientras, el resto de las unidades intentaban romper el cerco y apoderarse de la ciudad. La 25 división iba acercándose poco a poco a la ciudad, pero seguía, el día 20, en el kilómetro 179, 500 de la caretera de Zaragoza a Teruel, y sin conseguir tomar el cementerio y el vértice de Santa Bárbara. 

Los franquistas fueron acumulando fuerzas y lanzando ataques contra la línea defensiva del cerco externo, cada vez más intensos. El día 20, a pesar de esos ataques, la línea se mantenía. Ese mismo día reciben la orden de cubrirsu línea con tres brigadas repartidas en tres sub-sectores, manteniendo cada una de ellas, en reserva, un batallón. Por la izquierda el límte seguía siendo el Río Turia (así aparece en las cartografías de la época, aunque en la actualidad se denomina Guadalaviar), en el contacto con el XVIII CR.

Se advertía sobre la dirección probable del ataque enemigo, avanzando desde Cerro Gordo, hacia las cotas al suroeste de este, y por la carretera Zaragoza a Teruel. Se ordenó a la 22 Brigada Mixta, que hasta ese momento se había mantenido Villalba Baja, como reserva estratégica del Cuerpo del Ejército, proteger el flanco de la 11 división, mediante un contraataque en la línea de las cotas, al este de Cerro Gordo, 1209, 1192, 1175, 1130, 1149, y Balsa al Oeste de alto de Celadas(actualmente se conoce a esta zona como el Cedrillar).

El valor estratégico de esta línea se confirma en base a la cantidad de recursos que se van destinando a la misma. Parece que debían tener claro que, aunque debían dedicar un imporrante esfuerzo a la toma de la ciudad, por su carácter simbólico, su caída, tarde o temprano estaba clara. Sin embargo, el mantenimiento de la plaza dependían en gran medida de la posibilidad de resistir en la línea externa.  Para dificultar aún más la posible invasión enemiga, creando una barrera,  se destinaron gran cantidad de medios de artillería, que se ubicaron en el Alto de Celadas. Se sigue fortificando la línea defensiva, y se planifica la posibilidad de otra segunda línea. La caballería sigue a disposición de la 11 división.

En la orden de operaciones del 25 de diciembre, Teruel se da por conquistado. Se prepara el relevo de la 11 división, que sería sustituida por fuerzas del XIII Cuerpo del Ejército. La 11 División debía retirarse a la zona de Tortajada, Vilalba Baja, quedando allí acantonada.  El día del relevo, sin embargo no quedó fijado, estableciéndose que se comunicaría oportunamente.

                La 100 BM se había ocupado de volar el ferrocarril y la carretera nacional Teruel-Zaragoza, y organizar la línea defensiva del cerco, llevándola lo más al norte posible con fortificaciones. Hoy, prácticamente todos los restos de las fortificaciones (trincheras y otros elementos) que instalara la 11 división, han sido eliminados por los campos de cultivo. En las publicaciones no se indica dónde se instaló exactamente la línea defensiva. Algunas fotografías muestran al ejército rebelde detenido al norte de Caude, lo que parece coincidir con la cercanía de la línea republicana. Los planos de la época, con poca resolución hacen coincidir la línea defensiva con el cruce entre la N-234 y la carretera de Albarracín, la  A 1512. Hacia el sur, un llano de apenas un kilómetro, es el espacio que existe entre este cruce y los barrancos y relieves que llevan hasta San Blas, donde no existe ningún rastro visible de trincheras, aunque ahí debieron estar, ya que es el lugar más vulnerable de la línea. Coincidiendo con el km 172 de la N-234 encontramos el Barranco Hondo, un buen lugar para establecer defensas debido a los escarpes. Con la carretera volada el paso lógico para intentar avanzar es por el oeste de este, o más al este, al norte del arroyo de Concud. Desde las estribaciones de los cerros mencionados antes, parte una antigua cañada, llamada Cañada de la Comunidad del Barranco de la Hoz, que pasa por el interior del Barranco Hondo, atraviesa el arroyo, y sube por el escarpe en un pequeño entrante con una pendiente suave. Justo en este punto todavía es visible hoy una línea de trincheras que debió formar parte de la línea defensiva mencionada, aunque aparece muy desdibujada. La línea puede verse fácilmente en el vuelo norteamericano de 1956. La línea de trincheras progresa desde este punto hacia el nordeste, en una línea que llevaría prácticamente hasta la carretera actual de Concud, por debajo del Cedrillar, aunque es de suponer que lo suficientemente alejado para no poder ser batidos desde allí.

                 Una crítica habitual en relación al fracaso final en la resistencia al ejército franquista, además del hecho del escaso número de recursos que se pusieron en juego, fue que el frente no se llevó suficientemente al norte, en un momento en el que la sorpresa había sido total y era totalmente factible avanzar y tomar posiciones más favorables. El hecho de que la operación era considerada inicialmente como un elemento de distracción lo ratifican estos dos aspectos. Si la línea hubiera sido llevada más al norte, y se hubiera tomado Cerro Gordo, los rebeldes no hubieran tenido la posibilidad de concentrar las tropas de forma segura y tranquila, como lo hicieron, con un terreno amplio y llano para desplegarse, y con el punto elevado del Cerro Gordo protegiéndolos, sino que hubieran tenido que progresar por un corredor mucho más estrecho y hostigados por la artillería republicana ubicada en los altos que lo flanquean.
Desde ese momento no cejaron los ataques rebeldes por romper el frente, aunque sin éxito. Cuando Franco se convenció de que no podría con la resistencia de Teruel si no ponía más carne en el asador, suspendió el ataque sobre Madrid, y empezó a desplazar y concentrar tropas que el día 29 se lanzarían al ataque para romper la línea de defensa exterior, con una importante preparación artillera, y de aviación, aunque, inicialmente,  todos los intentos chocaron contra los defensores sin lograr sus objetivos. Al día siguiente el ataque se reanudó con una preparación artillera aún más intensa, y los rebeldes redoblaron los esfuerzos por hacer retroceder al enemigo. La 100 BM que se encontraba en el centro de la defensa de la 11 División, al parecer sufrió las mayores embestidas, llegando los tanques a sobrepasar sus líneas, y los soldados a luchar cuerpo a cuerpo, aunque tampoco consiguieron desalojarlos de sus posiciones.
                Pocos metros atrás de la línea defensiva montada por los republicanos se encuentra un lugar de horror. Puede que incluso los defensores de la línea fueran conscientes de su existencia, y que el hedor se extendiera por un amplio espacio. Desde el alzamiento hasta ese mes de diciembre en el que se produce la ofensiva republicana sobre Teruel, los fascistas habían estado fusilando a personas, sin descanso, y arrojando los cuerpos a unos pozos situados en una antigua venta, que han pasado tristemente a la historia, como los Pozos de Caudé, en donde al parecer fueron asesinadas alrededor de 1000 personas.

El día 16, Miguel Hernández, que se encontraba con la 11 División, acompañado por Santiago Álvarez, recorrió a caballo toda la línea del frente creada por los soldados de la división, hasta San Blas, donde pernoctaron, y regresaron al día siguiente.
                No sucedió lo mismo con la línea de defensa a la izquierda de la 11 división, que fue cediendo poco a poco sus posiciones. Las tropas republicanas debían sufrir un importante agotamiento, después de 15 días de resistencia, sobre la nieve. Otro problema con el que en general se encontró siempre la república, es el no contar con unas tropas de reserva de igual o similar calidad a las que solía utilizar en sus ofensivas, de forma que una vez agotados los hombres de vanguardia, su relevo, cuando llegó, fue generalmente débil. En este caso, además de unía la falta de hombres, que habían sido escatimados para la operación de Extremadura, por lo que era esperable que el frente se rompiera en cualquier momento, aunque el objetivo principal de la operación ya había sido alcanzado, que era el que Franco suspendiera el ataque sobre Madrid.

Una vez retirada la 11 división de sus posiciones, el 30 de diciembre, se trasladaron a la zona de Alfambra, un poco más al norte de Cuevas Labradas, por lo que parece probable que el hospital se trasladara también, y al parecer se ubicó en Alfambra,

                En la madrugada del 30 al 31 de diciembre, la 11 división fue relevada, al parecer por exigencia de Líster, dejando sus posiciones a miembros de la 68 División, y retirándose a la zona de Cuevas labradas-Alfambra-Órreos.
                El día 31, sin embargo, la 68 D. había perdido las posiciones que le dejara la 11, llegando el enemigo a tomar, incluso Concud. Los rebeldes también rompieron el frente por el área del XVIII CE, llegando hasta la Muela de Teruel, y el mando solicitó a Lister que enviara una brigada al Alto de Celadas, pero este se negó, haciendo notar el agotamiento de sus hombres. Ese mismo día Líster fue ascendido a Teniente Coronel, y se le concedió que sus hombres siguieran descansando en el Alfambra, aunque se le pidió que enviara, esa misma noche,  a los que se encontraran en mejores condiciones, (la orden había llegado con un día de retraso)  al Puerto de Escandón, ya que la situación en Teruel era muy delicada.

En todo caso, el descanso en una zona tan próxima al frente debía ser complicado. A pesar de que el territorio al oeste del Alfambra todavía sigió siendo republicano durante un tiempo, la aviación rebelde conocía la importancia que tenía el valle para el ejército republicano, como vía de abastecimiento y evacuación, y por lo tanto donde habían ubicado un importante número de unidades militares, sanitarias y de intendencia, escalonadas en muchos kilómetros, por lo que la zona fue constantemente batida por la aviación franquista, dificultando las operaciones, u produciendo un enorme número de víctimas.

Como muestra de la vulnerabilidad de los hombres, en este caso de la 11 división, traigo aquí una cita de James Naugas (La guerra es bella) referida al día 1 de enero de 1938; "Camiones cargados de lo que a primera vista parecían sacos de trigo cubiertos de nieve se han detenido frente al hospital del pueblo [se refiere al municipio de Aliaga]. De la parte trasera gotea sangre sobre la nieve. Los aviones han alcanzado a un batallón de Líster en Escorihuela, a veinticinco kilómetros de Teruel, adonde habían ido a "descansar"".

Antes de mandar a la brigada a Escandón, se canceló la orden, y se dio instrucciones de que toda la división se retirara a la zona de Segorbe.

El 22 de enero de 1938, la 11 división es enviada a Madrid, intercambiada por la 46 de El Campesino.
A solicitud de Lister, la división regresó al frente de Teruel el 9 de febrero, a la zona de Cañete y Libros.  El 19 de febrero la división se trasladó a la zona de Aldehuela, pasando a formar parte del V Cuerpo del Ejército. El 22 recibió la orden de mandar dos brigadas a apoyar a la 46 División, aunque antes de desplazarse recibió el comunicado de que Teruel había sido abandonado por la 46 división.
                Así pues, permaneció en sus posiciones, fortificando las posiciones en la carretera de Sanguno, hasta que a primeros de marzo fueron relevados y enviados de nuevo a Segorbe.
                Finalizada la batallad de Teruel la 11 división va a quedar en la retaguardia para rehacerse.





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La idea general que subyace en el recorrido vital de Antonio por la guerra, es que nunca regresó a encontrarse con Felisa. El hecho de que la división entera fuera enviada a Madrid en enero para recuperarse, me hace pensar en que Antonio no fue con la misma, ya que si hubiera sido así, es muy probable que se hubiera acercado a su casa a ver a su mujer y su hija. Este hecho me lleva a pensar en la posibilidad de que no regresara debido a que hubiera sido herido, y permaneciera en estos momentos convaleciente en alguno de los hospitales de Sangre.